Las 3 Gemas, Segunda Parte

Luego de la primer parte, en la que a los buenos les dieron para que tengan, se viene la segunda, en la que los buenos insisten (y seguro van a recibir como para que archiven)

19 abril, 2006

El Bosque del Acecho viene con sorpresa (1ra parte)

Por fin habian llegado al tan ansiado bosque, no tenian idea lo que les esperaba y tampoco sabian que pensar al respecto. Artemius llevaba a su compañero, pero nunca se habia puesto a pensar que pasaría cuando llegara.

La iniciativa la tomó Maktub, que al ser un elfo (gay) de la naturaleza (más gay todavía), sabía cómo manejarse en el bosque. Avanzó marcando el camino a sus compañeros y estos lo seguían despacio por detrás. Por un momento creyó estar perdido, parecía que daban vueltas en círculos. Cuando arribaron a un extraño claro se detuvieron y Maktub comentó a sus compañeros la situación. La cosa parecía empeorar cuando al poco tiempo un grupo de ancianos se asomó entre los arboles y los rodeó. Eran todos muy parecidos entre ellos. Artemius se sobresaltó un poco al verlos a todos muy parecidos a su viejo amigo muerto, Finderafin. A pesar de la incertidumbre, el grupo decidió ser diplomático y evitar ser vistos como amenaza. Artemius tomó la palabra y dijo que traía a uno de los suyos. La armadura que llevaba el paladín llamó la atención de los ancianos, aunque no demostraron nada.

Los ancianos, al ver a Finderafin, no se sobresaltaron. En principio parecian muy indiferentes y lo primero que hicieron fue pedir explicaciones a los aventureros. Artemius contó todo lo ocurrido, cómo se habían conocido, que se volvieron a encontrar estando prisioneros en Nisaran y como Sajit los traicionó y los mató a los dos, junto con el resto del grupo. Cómo cuando Artemius volvió a la vida, a pesar de no haber entendido bien lo que habia sucedido, se encontro con Finderafin muerto y lo trató de resucitar, pero una oscura proteccion parecia proteger el cuerpo, el cual además no se descomponia con el paso del tiempo. También le preguntaron a Artemius si Finderafin le habia dicho o contado algo particular o extraño y que tipo de relación tenían.

Después de desembuchar todo, los ancianos consideraron a Artemius alguien en quien confiar y procedieron a contar por qué a Finderafin no se lo podía devolver a la vida tan fácilmente.

La cuestion era así; Finderafin y el grupo de ancianos, eran un grupo de Dragones Argenteos, pero estaban bajo el efecto de una maldición que les hacia tomar ese aspecto humanoide, una ofensa para ellos. La maldición fue lanzada porque los dragones Argenteos abandonaron a sus huevos, que habían escondido. En la guerra entre los Dragones Rojos y los Argenteos, estos últimos iban perdiendo y la situación, que era bastante complicada, hizo que los Argenteos tuvieran que escapar para no ser totalmente destruidos. Al hacerlo dejaron sus huevos con la intención de ir a buscarlos más adelante. Cuestion que a la Gran Sierpe Argentea (el mas capo de todos) no le gustó eso pero ni un poquito, era un falta imperdonable hacia la naturaleza draconil, entonces les lanzo la maldición. Esta se rompería cuando recuperaran los huevos, pero ahora les costaría más: tenian aspecto humano; y a eso habia salido Finderafin y parecía haber encontrado algunas dificultades en el camino, más de las que esperaba. Y ahora era necesario revivirlo para poder saber lo que pasó y lo que sabía, pero el tema es que para traerlo de vuelta a la vida era necesario un ingrediente: sangre de Dragon, pero las de ellos no servia, por la maldición, claro (OBVIO! no nos la ibas a hacer fácil no Kreigar-ca??). Y no solo eso, sino que bajo esta nueva forma no podían usar varios de sus poderes draconianos naturales, y hasta tuvieron que ponerse de nuevo a aprender mucho de lo que ya sabian antes o por lo menos cómo traspasar todos sus conocimientos a su nuevo estado humanoide.

Por supuesto el grupo se ofreció a ayudar, Artemius quería resucitar a Finderafin, y comenzar a remendar todo lo que Sajit habia tocado y corrompido (Ademas les quedaba de paso)

Antes de comenzar su camino hacia el bosque del acecho, el enano rompió tanto las pelotas con arreglar el hacha que había heredado recientemente que el grupo terminó accediendo a sus peticiones. Lo que parecía ser una nueva aventura en la vida de estos jóvenes terminó siendo un simple trámite (el master estaba enfermo y la historia se hacía aburrida). Llegaron a lo del Ermitaño y a pesar que a este no le gustó mucho la visita (era un ermitaño después de todo) accedió a reparar el arma después de que Thartnor contara que era de su padre y toda la linda historia. El Ermitaño le conto que él le habia regalado ese hacha a su amigo enano (el padre de Thartnor) cuando éste lo ayudó y le salvó la vida enfrentándose a un grupo del Pueblo de la Mano Negra, una especie de organización que incluye a todo tipo de licántropos. En esa historia, el Ermitaño y el padre de Thartnor se hicieron enemigos jurados de grandes y poderosos licántropos. Thartnor ya comenzaba a enterarse de algo sobre lo que estaba investigando (que de investigación no tuvo mucho...pero...bueh...)

Ahora si, ya estaban listo para dirigirse al tan peligroso Bosque del Acecho, parecía que inconscientemente los aventureros no se animaban a entrar.

Desde sobre una loma pudieron ver gran parte de la extensión del bosque. Más que bosque era un pantano gigante, los árboles viejos y muertos daban una temerosa sensación, una bruma espesa recorría de punta a punta el bosque y no dejaba ver mucho más allá.

Cuando comenzaron a caminar, sus botas se hundían en el barro hasta los tobillos. No se veían muchos animales y no se escuchaba más que el ruido de algunas ramas mecidas por el viento y el chapotear de los aventureros. De golpe, entre la niebla, una figura encorvada y retorcida, con uñas largas y arrugas por todo el cuerpo se hizo presente unos metros más adelante, y sin decir más que: “¡Moriran!”, la Saga Cetrina comenzo a atacar al grupo. Por suerte para ellos ésta andaba sola y no fue mucho problema, aunque el combate en el pantano se hacía difícil para correr y atacar.

Después del pequeño incoveniente continuaron camino. Esta vez se encontraron sobre un acantilado de barro, y la lluvia que caía no hacía más fácil el problema. Lo raro era que debajo no había árboles hasta 50 metros más adelante; era un descampado.

Artemius se acerco un poco hasta el borde y casi se pega bruta patinada, aso que el grupo comenzó a tomar el tema con algo más de cuidado. Hacia los costados, el acantilado parecía continuar, no se veía nada que ayude a bajar (un caballo volador, alguien?). Entonces comenzaron a planear el estratégico plan, atamos con una soga al explorador (el explorador? que explorador? desde cuándo hay un explorador? ahh si, el negro que quiso jugar un rato...) mientras el enano que era el más fuerte hace el aguante. Perfecto, todo bien, el ranger comenzó a bajar por el acantilado, iba despacio ya que el barro no ayudaba y la lluvia molestaba a la vista. A medio camino, unas flechas impactaron en su armadura mientras otras se clavaron en la pared de barro. El elfo trato de ver algo pero no podía, entonces tuvo la buenísima idea de cortar la soga y caer al piso. Y así fue, el problema fue que cuando llegó abajo, cayó sobre una especie de arenas movedizas, con la diferencia de que acá se trataba de barro movedizo. Sus compañeros arriba se dieron cuenta de que algo no andaba bien cuando el enano se fue para atrás al ser la soga cortada. Trataron de ver hacia abajo pero no era bueno acercarse al borde y la lluvia no ayudaba. El paladín decidio bajar por la cuerda o por lo que quedaba de ella, el enano seguia sosteniéndola, el mago se desesperaba y el druida se convirtió en pajaro y bajó volando.

El problema fue que cuando el paladín estaba a medio escalar, el mago decidió también bajar por la cuerda; el enano que estaba aguantando con todo, comenzó a resbalar por el barro, el peso era mucho y no podía aguantarlo (a pesar de que el muy nabo había dicho que los aguantaba a todos...), hasta que de golpe parte de la superfice donde se sostenía cedió y Artemius, Pyro y Thartnor cayeron los 3 al barro movedizo.

Ya abajo (alguno en mejores condiciones que otros) la situación era complicada (¿cuándo no?), el elfo ranger estaba medio hundido en el fango, los tres que cayeron también empezaban a hundirse, el druida, ahora transformado en águila, buscó un lugar seguro para pararse. El tema era que fuera del barro habia 3 hombres lagarto con lanzas, arcos y espadas atacando al desconcertado grupo.

Maktub volvió a su forma humanoide y comenzó a atacar a los largartos para así poder hacer el aguante a sus amigos mientras salían del lodo. Los que más complicados estaban era el paladín y el enano, que con toda la armadura que llevaban se les hacia muiy difícil evitar hundirse, el mago la piloteba un poco y el explorador estaba hasta el cuello, literalmente. Después de unos espadazos, algunas flechas volando de un lado para el otro, algún que otro conjuro en el medio y el barro hasta las rodillas algunos, hasta la cintura otros y alguno casi se ahoga, lograron matar a los hombres lagarto y con ayuda del mago y el druida que eran los dos que estaban afuera y una soga lograron sacar a sus compañeros. Pero no crean que esto habia quedado así, el paladín ahora quería bajar a su montura por el acantilado, mejor no profundicemos en el tema.

Una vez afuera, los aventureros pararon un segundo, la situación habia sido difícil, estaba lloviendo con fuerza, pero eso no era nada después de haber estado metidos en el barro. Y mientras el grupo se limpiaba y recuperaba un poco el aliento, Maktub estaba sentado en la tierra concentrándose, realizando uno de sus poderosos conjuros, y aprovechando la tormenta estaba Clamando a los Relámpagos. (Uuhh…los alemanes…)

A lo lejos, entre las gruesa lluvia, se vislumbraban los árboles donde terminaba el claro y hacia allí se dirigieron. Unos metros fuera del bosque comenzaron a lloverles flechas a los valientes y aunque no veían bien de dónde venían y cansados de tanto quilombo, decidieron encarar con todo. Al comenzar a moverse entre los arboles pudieron ver entre las ramas una improvisada torre de guardia, que más que nada eran unos tablones de madera atravesados por las morbosas (¿morbosas? ¿qué te fumaste antes de escribir esto Guille?) ramas, dando cobertura a los defensores. Maktub no dudó, y mientras el resto del grupo atacaba con sus arcos, este imploró al poder de la naturaleza y varios rayos y relámpagos cayeron sobre la casa, al mismo tiempo que los truenos retumbaban y la tormenta se hacia más densa, y la destrozaron en mil pedazos; los hombres lagarto quedaron completamente quemados y electrocutados sin poder hacer nada al respecto. (Era un buen momento para comer entrañas de lagarto fritas)

El grupo, un poco maltrecho, prefirió descansar y esperar a que pare un poco la tormenta antes de continuar. Buscaron algun lugar medianamente seco, aunque no encontraron mucho, y con algunas ramas y entre los árboles, el druida y el explorador pudieron armar un techo que los cubriera de la lluvia por un tiempo. Posteriormente, cuando el grupo se puso a descansar, el druida decidió, por medio de un conjuro que le permitía moverse entre los arboles y dentro de ellos, investigar un poco el bosque. Se encontró con una gran empalizada de madera, que terminaba en una montaña de tierra, rocas y árboles, tenía algunas chozas adentro. En la montaña se podia ver una gran entrada protegida por un estanque de ácido que largaba un hediondo y asfixiante vapor, que afecto a Maktub cuando este se quiso acercar moviéndose por los árboles, para ver mejor. Pero a pesar de eso, pudo observar adentro unos cuantos hombres lagarto y una mujer lagarto con túnicas siempre acompañada por dos grandes hombres lagarto.

Volvió y le contó a sus amigos lo que había visto, y el grupo se puso a planear una estrategia de ataque. (para que…?)

19 agosto, 2005

El regreso de un amigo

Pyro y Maktub esbozaron una sonrisa. El maligno ser por fin había caído. La alegría no duró mucho tiempo. El cadáver del líder del grupo se encontraba frente a ellos. La armadura destrozada dejaba ver las entrañas de Artemius entre los agujeros.

-Maldición, esto nos ha costado caro. Deberíamos habernos ido, el maldito estaba dispuesto a dejarnos ir –atinó a decir Pyro.

-Lo sé, pero era más que obvio que Artemius sería incapaz de alejarse de la vil criatura sin siquiera intentar destruirla. Su apego a sus principios lo ha destruido –agregó Maktub.

Thartnor se daba cuenta de que sus hechizos curativos no servirían de mucho.

-Clangeddin no me ha concedido todavía el poder de traer a los muertos a la vida nuevamente, debemos buscar a alguien que lo resucite. Es claro que dependemos de su liderazgo. (N.d.A.: jajajajajajajaaj dependemos de su que?)

Cargaron los restos de Artemius y se dispusieron a continuar su búsqueda de la ciudad enana, con la esperanza de encontrar un clérigo aún más experimentado que su compañero. Ante la idea de que la habitación con estatuas podría ser la clave para llegar a Mithril Hall, decidieron ir a ver si podían lograr algo. Luego de muchos intentos frustrados, por alguna razón llegaron a la conclusión de que ese no era realmente el camino.

Continuaron vagando por la caverna, ya no con el entusiasmo que alguna vez los llevó a entrar, sino con la angustia de cargar el cuerpo inerte de su líder, con un odio hacia el destino que nunca antes habían sospechado podrían haber llegado a sentir (aunque luego descubrirían que no sería la primera vez que el destino les jugara una mala pasada). Luego de unas cuantas vueltas, llegaron a un puente de piedra. Al cruzarlo se encontraron en una gran caverna. Una gigantesca puerta de piedra se erguía frente a ellos. Era más que evidente que no podrían moverla. Una gruesa voz, entendible solo para Thartnor, resonó entre las rocas. Luego de un intercambio verbal incomprensible, unos enanos sorprendieron a los aventureros y les solicitaron que bajaran sus armas.

La puerta se abrió, y fueron conducidos hacia un puesto de guardia, donde fueron recibidos por el que parecía ser el jefe de guardia. La presencia de un elfo y un extraño humanide de cabellos fulgurantes en el grupo no ayudó a la diplomacia, siendo los enanos tan desconfiados. Por otro lado, desde el punto de vista de los enanos, estos aventureros no eran más que intrusos en su tierra.

Thartnor se encargó de explicar la situación, las intenciones del grupo y se hizo responsable de los actos de los integrantes mientras estuvieran en el reino enano. Esto generó una cierta confianza, y el grupo recibió permiso para adentrarse en el Mithril Hall.

El lugar era impresionante, una ciudad entera cavada en la roca. Varios pisos, como plateas, se observaban sobre las paredes de la monstruosa cueva. Gigantescos puentes y escaleras comunicaban los diferentes niveles. Había una gran actividad: se veían enanos ir y venir por todos lados, algún que otro gnomo se mezclaba entre ellos, la montaña estaba viva por dentro.

La situación era bastante incómoda, eran observados mientras caminaban por las calles del lugar. Las caras de los habitantes dejaban ver desconfianza y algo de desprecio. El grupo no se sentía del todo en su lugar.

El enano, por otrl lado, estaba totalmente familiarizado con el ambiente. Él sería quien se encargaría de guiar a sus compañeros en este (para ellos) extraño lugar. En seguida consiguió una posada, donde podrían planear sus próximos movimientos. Maktub decidió que no saldría de la habitación. Aparentemente se sentía demasiado incómodo, y no era para menos. El resto decidió ir a un templo para ver si podían hacer algo por su amigo caído en combate.

Llegaron a un templo de Moradin, donde fueron recibidos por un amable clérigo enano.

-Buenas Tardes –saludó el clérigo- ¿Qué los trae por el templo del gran Moradin?

-Buenas Tardes. Tenemos un amigo que ha caído en la batalla. Necesitamos que sea revivido. Nos preguntábamos si prestan ese servicio en este lugar. –Respondió Thartnor, yendo al grano.

-Bien, el precio por la resurrección es de 7000 monedas de oro, y es necesario que además hagan una ofrenda al templo.

-¿De que clase de ofrenda estamos hablando?

-Estamos cortos de ciertos componentes para nuestros hechizos… una ofrenda podría ser alguno de estos componentes. Lo que más nos hace falta en este momento son un par de escamas de dragón.

-Muy bien, ¿podemos pagar las monedas de oro y entregar la ofrenda luego de que nuestro amigo sea revivido? Ya que notará que necesitaremos de su ayuda para obtener las escamas

-Por supuesto, tengo su palabra de enano de que volverán con las escamas.

Acto seguido, el cuerpo inerte de Artemius fue llevado a una sala, de donde previeron palabras desconocidas para todos, casi como en un canto. Momentos más tarde, el Paladín asomaba por una puerta. Se veía más débil, pero conservaba su peculiar sentido del humor.

Luego de una emotiva puesta al día sobre los últimos sucesos, el grupo estaba unido de nuevo (salvo Maktub, que seguía en la posada), listos para comenzar las averiguaciones que los traían por allí.

Cuando se disponían a salir del templo, un grupo de soldados enanos se hizo presente. Les informaron a los aventureros que el rey Üdder los estaba esperando.
Pasaron por la posada a buscar al elfo, que se encontraba bajo un hechizo de invisibilidad para su protección. Esto generó una cierta desconfianza en los soldados, pero la diplomacia del grupo evitó que la situación pasara a mayores. Fueron llevados hasta el rey.

Fueron recibidos por el rey, quien inquirió sobre sus asuntos en sus tierras. El grupo, luego de presentarse, explicó brevemente los hechos recientes, sus sospechas y sus intenciones de hacer algo al respecto. Üdder admitió no estar muy enterado, pero prometió ponerse al tanto y ayudar en lo que podía. Con respecto al amigo de Thartnor, nadie sabía de él, era un misterio que había sucedido con este personaje.

Luego de un descanso, se prepararon para continuar su viaje.

Pyro le devolvió al mago enanao las piedras supuestamente explosivas que había recogido en el laberinto.

Thartnor fue a visitar al viejo amigo de la familia, que vivía en este lugar. El enano estaba muy enfermo. Luego de una emotiva charla, le regaló un recuerdo que tenía del padre de Thartnor: un Hacha de la Gran Brecha. El hacha estaba rota y debía ser forjada de nuevo, y el único que podría hacer esto era el ermitaño. De más está decir que esto se transformó en prioridad para el grupo.

Artemius hizo arreglar su armadura, que se encontraba en pésimas condiciones luego de haber sido atravesada por las garras del Slaad.

Comenzaron el viaje hacia el Bosque de la Luna. Obviamente, el viaje no fue del todo relajado. Un grupo de seguidores de Cyric acechaba, esperando la oportunidad para atacar. Era evidente que su objetivo era el Paladín.

Un clérigo sobre un desnivel, dos guerreros a caballo por el costado y otro más pequeño, que se mantuvo inicialmente alejado, sorprendieron a los aventureros. El clérigo comenzó un ataque mágico. Pyro reaccionó, y mientras las palabras “Incendiaries globos” resonaban en el aire, una pequeña esfera brillante se desprendió de sus manos. Ante el impacto contra el clérigo, la minúscula bola de energía estalló provocando la calcinación del enviado de Cyric, que para colmo cayó desde el desnivel rompiéndose todos los huesos. Mientras tanto Thartnor había desarmado a uno de los guerreros a caballo, Maktub hacía llover fuego sobre los enemigos y Artemius descargaba la furia de su acero sobre el mas pequeño, que había entrado en combate invisible. En un golpe de desgracia, a Thartnor se le escapó su hacha de entre sus manos. No tuvo mucho problema en agarrar el arma de su enemigo, que yacía en el piso, para terminar con su vida.

Luego del pequeño altercado, los aventureros continuaron su viaje. Estaban seguros de que ya no serían molestados hasta llegar a su destino, era obvio que cualquier otro grupo similar al reciente lo pensaría dos veces antes de enfrentarlos.

31 julio, 2005

Trágicos hechos del año de la Magia Salvaje

Los estúpidos solo dirán que un hombre ha muerto, los ignorantes se consolarán con que “son cosas que pasan”, los infelices de este mundo no demostrarán emoción alguna y muy probablemente ya hayan dejado de leer. Aunque esto también va dirigido a ellos, asi es como él lo hubiese querido.
Un hombre ha tomado una decisión, esa decisión marcó su destino. Alguien que creía en algo más que la simple y rutinaria experiencia de la vida. Se entrenó de la forma más noble y humilde. Luchó y se enfrento a terribles horrores de la manera más pura que pueda haber. El honor, el valor, el orgullo… son simples palabras que no alcanzan para describirlo, son solo ideas que acompañaron a este increíble caballero. Había algo más grande e importante que lo guiaba, pero ahora, nunca sabremos que es lo que realmente lo inspiraba, se lo guardó solo para él.
Lo único que nos queda son sus acciones en el recuerdo; si con eso crees que te alcanza para entender a esta magnánima persona y asi apaciguar el dolor y la tristeza que corre por tus venas en este mismo instante pero que nuestra insignificante mente nunca comprenderá; por favor, te lo pido, avísame y enséñame a sentir como vos; porque yo no puedo.
He escrito diferentes historias a lo largo de mi vida, desde las mas sangrientas y bestiales atrocidades hasta los mas hermosas y celestiales finales, pero nunca, mi joven amigo, tuve que escribir algo como esto y, que me perdonen los Dioses, pero jamás voy a aceptar este acto de vil maldad.
Este hombre que venció a la muerte una vez y mantuvo la creencia de que hay algo de bien, a pesar de este trágico momento, por el que vale la pena combatir, que era posible lograr una felicidad general y no solo eso, sino que había que hacerlo de dignamente.
¿Por qué Tyr se ha llevado nuestra última esperanza?, mientras que a nosotros no nos queda más que ver que nos deparará el destino y sufrir una perdida irremplazable, la de este prodigioso Paladín llamado Artemius De Relik.

«Inventor rutuli, dux bone, luminis,
qui certis vicibus tempora dividis,
merso sole chaos ingruit horridum.
lucen redde tuis, Tyr, fidelibus.
tu lux vera oculis, lux quoque sensibus,
intus tu speculum, tu speculum foris;
lumen quod famulans offero, suscipe,
tinctum pacifici chrismatis unguine,
per Artemius genitum, summe Pater, tuum,
in quo visibilis stat tibi gloria
qui noster Dominus, qui tuus unicus
spirat de patrio corde Paraclitum.»


Kreigar Tranus,
Historiador y Profeta de Candelero.
Año de la Magia Salvaje.

14 mayo, 2005

Un Pequeño Laberinto

Después de encontrar la tan dichosa y sin importancia daga, el grupo decidió volver al castillo a fin de terminar con esto que se les interpuso en el camino. Al llegar esperaron a que el espíritu del mortificado guerrero aparezca otra vez. Subieron a su habitación y todos entraron excepto el druida, que prefirió quedarse afuera. Después de esperar un rato y cuando comenzaba a caer la noche, el fantasma apareció narrando su poesía otra vez, los aventureros le presentaron la daga y este por fin se percato de su presencia y les dijo que dejen la daga sobre la cama. En ese instante la daga comenzó a emitir un extraño brillo y una luz invadió todo el cuarto. Cuando la luz comenzó a disiparse, la hermosa figura de una dama vestida con una camisón de seda blanco casi transparente (porque era un fantasma manga de jeropassss) se erguía sobre el guerrero. Unas extrañas palabras salieron de su boca pero los aventureros no llegaron a escuchar que decía, solo el guerrero entendía. En su rostro se dibujo una expresión de calma y tranquilidad, que parecía hace mucho no sentir, mientras miraba alegremente a la Dama. La daga comenzó a brillar nuevamente y la luz cegó por un instante al grupo y a medida que desaparecía la imagen del guerrero junto con la dama. Finalmente el espíritu había encontrado su tan ansiada paz.

Después de el extraño momento un broche quedo sobre la cama, como símbolo de agradecimiento por parte de la dama.

Ahora el grupo se ponía a descansar pero antes de eso una breve discusión tuvo lugar: dormir adentro, dormir afuera, dormir arriba, dormir abajo (¿de quien?). Como de costumbre este hábil grupo de aventureros termina ahogándose en un vaso de agua. Pero al final descansaron tranquilamente con la mente puesta en su próximo objetivo, llegar al reino enano. Ahora parecía que nada se les interpondría en su camino.

El camino hacia las montañas no tuvo más dificultades hasta llegar a las 3 entradas que los esperaban en la base de la montaña. Las 3 eran iguales y se distanciaban por unos 40 metros. El grupo decidió continuar con su estrategia de ir siempre a la izquierda, pero lo que no sabían era que se estaban adentrando en un laberinto de túneles prácticamente imposible de sortear, aunque no tardarían en averiguarlo.

Lo primero que encontrar fue el esqueleto de un enano apoyado en una pared con un pergamino entre sus huesudas manos. Sin dudarlo el paladín se adelanto y comenzó a leer el pergamino, que desató una poderosa explosión. El panorama parecía no ser nada bueno.

Continuaron avanzando y se encontraron con una pequeña tribu de kobolds, el paladín sin pensarlo dos veces se preparo para atacar, pero sus compañeros lograron detenerlo y convencerlo de que primero había que hablar. El mago fue el que se puso al hombro la situación y se adelanto para hablar con los guardias que después de un momento lo dejaron pasar para hablar con el jefe de la tribu. Preguntó sobre los enanos, pero los kobolds no sabían mucho, de vez en cuando veían pasar algún que otro grupo pero nada más, también se enteró de “el gran kobold” que vaga por las zonas mas oscuras del laberinto donde los kobolds no entraban. El enano estaba molesto ya, estaban perdiendo mucho tiempo en esta estupidez decía. Quería llegar lo antes posible a encontrarse con los de su raza. Metió un poco de presión y continuaron viaje.

Bifurcaciones, encrucijadas, caminos paralelos; el laberinto se estaba poniendo denso y el grupo comenzaba a perder la paciencia. Encontraron cosas extrañas en el laberinto, como una espada en una piedra, que el paladín saco sin problemas, pero extrañamente nada ocurrió y se guardo la espada no mas. Siguieron avanzando por lo enormes e interminables túneles de piedra. Llegaron a una zona donde extraños ruidos se escuchaban, marcas en la pared mostraban lo que podrían ser unas enormes garras de una bestia, el olor a “muerte” de esta zona no ayuda mucho. Pero los valientes continuaron por los caminos, ya la estrategia de siempre a la izquierda se había dejado de lado y el druida comenzaba a perder la razón. Hacía tiempo que se habían metido ahí y parecían estar perdidos y no encontraban salida ni nada que se le pareciera. El camino los llevo hasta un puente colgante de madera sobre un “lago” interno de la montaña. Cruzar con el caballo parecía difícil, ¿aguantaría el puente?, se preguntaban los aventureros. No hubo mucho tiempo de debate cuando del agua unos enormes y violáceos tentáculos asomaron de golpe y comenzaron a atacar. Los aventureros, que estaban medio desprevenidos no pudieron reaccionar del todo, había que pensar rápido y eso era un problema.

El mago lanzaba bolas de fuego, el enano y el paladín se enfrentaban a los terribles tentáculos y el druida, después de convocar un tiburón para que atacara al calamar, corría ida y vuelta sobre el puente (ya había perdido completamente la razón) Estaban sufriendo grandes heridas cuando la situación se complico, uno de los tentáculos envolvió al paladín y se lo llevo para el fondo. El paladín intentaba zafarse pero el calamar era muy fuerte también. Había que pensar rápido nuevamente y la situación se complico más aun. El Druida en un lucido golpe de razón decidió transformarse en calamar y se arrojo al agua en busca de su compañero. El enano estaba desesperado, quería tirarse al agua, pero sabía que el termotanque que llevaba a cuestas le haría difícil volver a la superficie. El mago se ató una soga, le dijo al enano que lo tenga y se arrojo al agua. El calamar uso su natural mecanismo de defensa y una tinta negra cubrió casi todo el lago. Ahora no solo estaban debajo del agua sino que no podían ver. El paladín seguía aguantado la respiración y tratando de zafar pero el dado, digo la suerte, no estaban de su lado.

El druida transformado (si, medio travesti también) atacaba con sus nuevos tentáculos, pero la tinta le dificultaba realizar bien los impactos. Finalmente el paladín logro soltarse pero no le quedaba mucho tiempo, no pudo aguantar más y cayo inconsciente, cuando en ese momento el mago llegaba y de puro ojete (se, seguro) se llevo por delante el cuerpo de su amigo y el enano al sentir el tirón de la cuerda, tiro para arriba como “nunca antes había tirado” (JA!) y logro sacar a sus dos compañeros. Ahora faltaba el druida, que tras un potente golpe de uno de los tentáculos perdió el conocimiento y ahora flotaba en el fondo del agua. Bueno, pero por fin, después de un poco de ayuda de quien sabe donde, el simple encuentro que se convirtió en un obstáculo de vida o muerte, fue superado; el calamar se retiro gravemente herido después que el paladín se escapó de sus tentáculos y el druida transformer fue salvado por sus compañeros justo en el ultimo instante.

Cansados, mojados, heridos y abatidos por el laberinto decidieron buscar un lugar para refugiarse y recuperarse un poco. Posteriormente continuaron con la búsqueda.

Ahora se encontraron con una habitación donde había un scamalgadrión durmiendo, el único problema de la situación era que un hechizo de silencio emitido por la criatura rondaba el lugar. Igualmente esto no fue problema para los aventureros que decidieron atacar y el enano lo liquidó con dos impresionante golpes, consumiendo con su hacha toda la vitalidad de la bestia. Siguieron paseando y recorriendo y se encontraron con otras dificultades que no fueron gran cosa, como una puerta con 5 gemas, una habitación circular que da vueltas para confundir a los intrusos, 9 estatuas con acertijos que realmente hizo que los jóvenes se rompan la cabeza pensando pero que no lograron descifrar y un ascensor trampeado, que inteligentemente el mago se dio cuanta que era algo raro pero que estúpidamente segundos mas tarde accionó estando dentro, provocando grandes lesiones en el druida y rompiéndole el escudo.

Pero a pesar de todo esto, todavía no habían encontrado la salida. El grupo estaba completamente desanimado, el único que seguía lúcido era el mago, que por estos momento se convirtió en líder del grupo. El paladín ya no quería saber nada, el druida…bue…no hay mucho que decir, sus acciones hablan por el; y el enano que misteriosamente seguía al grupo, pero a estas alturas ya no hablada ni participaba (el jugador se había ido).

Doblando una esquina de las tantas, vieron luz al fondo y alegres corrieron hacia ella, pero al llegar la desilusión fue impactante, estaban de vuelta afuera, por otra de las salidas. Esto era el colmo ya, no solo no avanzaron sino que volvieron al punto de partida. Decidieron descansar afuera y recuperar energías y ver si así el druida volvía en sí.

La mañana siguiente se estaban preparando para volver a entrar, cuando al paladín, que investigaba su nueva espada, le agarró un ataque de locura y comenzó a atacar a sus compañeros, El mago se hizo invisible rápidamente y el druida se trepo a un árbol, todavía no estaban del todo preparados. El paladín en su frenesí de destrucción corrió hacia dentro del laberinto buscando a alguien para estrenar su espada y se encontró nada mas ni nada menos que con la tribu de kobolds, que empezaron a recibir golpes que costaron la vida a más de uno. El quilombo continuó hasta que el jefe kobold, que guardaba un as en la manga, lanzó un conjuro e inmovilizó a la bestia que respondía al nombre de Artemius. Y rápidamente procedieron a enjaularlo. En ese momento aparecieron sus compañeros en busca del paladín loco. El jefe de la tribu estaba bastante descontento con la situación, los había atendido antes y contestó las preguntas que le hicieron sin inconvenientes pero ahora así de la nada, venían y lo atacaban. El mago trato de ser diplomático, pero el jefe quería una compensación por este problema… ¿para que?... la poca paciencia que le quedaba al grupo fue consumida en este instante y las bolas de fuego comenzaron a volar de un lado a otro quemando todo lo que se encontraba en su camino, el druida no se quedo atrás y procedió a hacer de las suyas lanzando sus poderosos conjuros. La pequeña tribu de kobolds fue exterminada, pero el paladín todavía seguía loco, y desde la jaula lanzaba piedras a sus compañeros, las que mas de una impactaron sobre el druida haciéndole algún que otro chichón.

Después de un largo tiempo, por fin, el paladín se calmo y sus amigos lo sacaron de la jaula. Se acordaba de todo, pero no podía explicar su comportamiento. Había estado fuera de control. Agarraron sus cosas de nuevo, pero la extraña espada fue enterrada en la piedra por medio de un conjuro de Maktub.

Ya todos contentos y descargados de la furia que llevaban contenida por el interminable laberinto, continuaron el camino. Cayeron de nuevo en la zona de las extrañas marcas, el paladín detectó el mal y una leve aura residual se encontraba en la zona. Unos pasos se escucharon y retumbaron en todos los pasillos cercanos, pero todo estaba oscuro, no se veía nada. Una voz comenzó a hablarles en su mente, les decía que se vayan, que no entraran en su territorio, (que ya había comido y no tenia ganas de comer postre). Se habían encontrado nada mas ni nada menos que con “el gran kobold” que de kobold no tenía nada, sino que mas bien era un SLAAD DE LA MUERTE (Bwahahahaha!!!!) una criatura con unos impresionante poderes: matar a su enemigo con una sola palabra (o mejor dicho con un “dedo”), o si no hacer que su víctima comience a “implosionar” destruyendo sus órganos y su esqueleto en un segundo. Y mejor no hablemos de las increíbles garras que tiene. Y solamente para que no jodan y se vayan, antes que nada les hizo probar un poco de su poder lanzando alguna bola de fuego.

Bueno a todo esto, Artemius no dudo en atacar, mientras el mago y el druida se miraban y pensaban: “¿Cómo corremos? ¿Rápido o rapidísimo?” (Llegaron a la conclusión de que rápido seria mejor, porque rapidísimo quedaba demasiado cobarde)

El paladín comenzó a probar un poco de esto y un poco de aquello que le daba el Slaad, pero no le gusto nada, le caía pesado parece.

Todos comenzaron a atacar, el 1º en caer fue el paladín, que después de un terrible golpe que atravesó la armadura de lado a lado, desgarrando todos los órganos internos del pobre humano, provocando un desangramiento interior (y ¿Por qué no?, también exterior) y dejando asomar las puntas de sus garras por la espalda del joven paladín. Sus compañeros, después de ver esto, fueron cubiertos por una temible ira que nació de sus mas ocultas entrañas y comenzaron a descargar todo sobre el Slaad.

Increíblemente y guiado por el destino, el druida fue victima de un poderoso conjuro lanzado por el Slaad y por una milésima de segundo sintió que su alma se escapaba de su cuerpo, pero mediante un esfuerzo sin precedentes logro superar el “pequeño” inconveniente. Pero esto no quedo ahí, momentos mas tarde el mismo elfo transformista, sintió una fuerza que lo aplastaba hacia dentro (una muy extraña sensación) produciendo que su piel se hundiera aprisionando todos sus órganos y su cerebro se aplastara entre las fuertes paredes del cráneo, pero con un esfuerzo, con precedentes ahora, logro superar este otro pequeño inconveniente. Ya habían descargado todo lo que tenían, pero el slaad seguía vivo. El druida comenzó a lanzar flechas pero ninguna atravesaba la gruesa piel, al mago lo único que le quedaba eran los tan subestimados, que se cree que no sirven para nada a estas alturas, proyectiles mágicos, y cuando los dos compañeros estaban por caer inconscientes, uno de estos pequeños proyectiles de energía termino con la vida del Slaad. Habían matado a la criatura, estaban contentos y festejaban, pero a que costo tuvieron que sobrepasar esta imprudente situación: un amigo había muerto.

21 abril, 2005

La daga (¿qué daga?)


FLASHBACK

Artemius, Thartnor y Pyro; recorrian los verdes y tranquilos campos y atravesaban los frondosos y grandes bosques hacia el negro y misterioso Monasterio (2 adejtivos por cada sustantivo… todo un literato). El Paladín cabalgaba siempre unos metros adelante, reconociendo el camino y vigilando que no haya peligros en las cercanías, cuando unos ruidos resonaron detrás de unos arbustos. Un leopardo saltó por encima de las plantas y se puso en guardia delante de Artemius. Éste se quedó quieto mientras sus compañeros se acercaban. Era raro ver un leopardo por estas zonas. El leopardo parecía defender su territorio, pero se tranquilizo al oír la voz de su amo que decia “Tanquilo, Grinch”(si, el nombre es una cagada, pero bue… se lo puso el dueño).
De entre los árboles salió Maktub, un elfo lunar, que después de un largo viaje solo era la primera vez que se encontraba con otras personas. El leopardo, tras un último y rudísimo “miau” se ubico detrás del elfo y las oportunas presentaciones se produjeron. Maktub era un druida que viajaba hacia el Bosque de la Luna en donde supuestamente había una comunidad “druidriradaruidirca” (conocida como druídica por todos salvo por el druida), o por lo menos eso se decía, ya que nadie lo había comprobado.
Maktub se sentía muy angustiado por lo hechos ocurridos en su comunidad, ubicada mas al noreste de las montañas Argénteas. Sus amigos habían muerto por consecuencia de una extraña enfermedad y el bosque no estaba en mejores condiciones. Algo extraño estaba pasando y que averiguar que era. No era el único. Pyro, que hasta entonces había decidido no decir nada de su misión, comentó que venía de la Legión de Umranshalee y cuál era su objetivo (nada más y nada menos que investigar qué joraca estaba pasando…). Artemius vió que era el momento indicado para contar lo último que había vivido y reconoció en sus compañeros una voluntad y fuerza que podía servir y ayudarle en lo que a su misión respecta.
Thartnor al oír el nombre de Cyric, no dudó en prestar su fuerza divina y su hacha. Todavía recordaba la matanza que había visto en las montañas, a todos los de su raza descuartizados y mutilados por el piso, recordaba patinarse con las podridas y gomosas entrañas que inundaban su hogar; y gritaba el nombre de Clangeddin y maldecía al mismo tiempo.
Maktub tampoco dudó y puso a disposición del grupo sus conocimientos y las fuerzas de la naturaleza, que tenia el poder de controlar.
Pyro vio esto muy interesante para los asuntos de la Legión y no podía quedar afuera, sus poderes Arcanos y el fuego Mágico, lucharían contra el recientemente revivido, o por lo menos eso creían, Xorcian.
Y así fue, como el grupo bajo el nombre de …¿?..., juro lealtad hacia la causa (¿la juró?) y dieron sus palabras (¿las dieron?) que a pesar de lo que el destino les tenga preparado, ellos continuarían luchando por el bien de este mundo (o eso intentarían)
Por fin Artemius veía un poco de luz en su oscuro camino (o por lo menos ya no caminaba solo en la oscuridad), esto lo tranquilizó y le dio esperanzas (lástima por él, no sabía lo que le iba a pasar), aunque no lo demostraba. No todo estaba completamente perdido ya, ahora solamente estaba CASI perdido. La misión pendía de un fino hilo, solo un simple desvío (como puede ser enfrentarse a un Slaad de la muerte) haría fracasar sus intenciones, pero mientras sigan siendo fieles a la causa…hay esperanzas.

BASTA DE FLASHBACK. DE VUELTA AL MONASTERIO.

Después de revisar la habitación con los acertijos, pensaron que antes de continuar con la búsqueda de la última ofrenda, seria bueno descansar; y decidieron hacerlo en la habitación de los sarcófagos. Esto no parecía ser muy alentador, el frío y derruido monasterio no generaba un sentimiento de seguridad. Por eso decidieron hacer guardias, el primero fue el reciente incorporado elfo, este se ofreció valientemente ya que los de su raza necesitan menos descanso que lo normal. (Qué buena fruta narrativa…)
La noche era tranquila, entre las ruinas del templo se escuchaba algún que otro silbido del viento cuando pasaba por una ranura, pero esto no asustaba al druida. Lo que si le llamó la atención fue el sonido de unos pasos resonando en el pasillo. El elfo tomó la antorcha y se asomó al oscuro corredor, su aguda vista le permitía ver a pesar de la poca luz. La imagen de un humano en ropas viejas y rotas se presento ante sus ojos, mientras le gritaba “Hey!, por acá, vení, ayudame”. Al druida no le gusto mucho la situación, a su compañero animal tampoco. Despertó a sus amigos y les comento lo que había ocurrido. El enano, molesto porque lo despertaron del sueño, dijo que el elfo estaba alucinando, que no lo molesten mientras dormía. Los demás se preocuparon un poco más por la situación y decidieron ir a investigar. Y a la fuerza el enano tuvo que ir.
Comenzaron a transitar las rotas baldosas del templo, Artemius y Thartnor iban adelante, más atrás se quedaron el mago y el druida. Al llegar a la encrucijada, el enano no tuvo más remedio que comenzar a gritar; un terrible golpe de un enorme ogro cayó sobre él agarrándolo desprevenido. El daño recibido fue bastante importante para el enano. Pero ese ogro no era el único, había otro y mas atrás se encontraba el extraño humano.
Como de costumbre empezaron las piñas. Conjuros, espadas, hachas, ogros y leopardos estaban todos enredados en el angosto pasillo. La cosa se complico cuando el enano, que todavía estaba medio dormido o atontado por el bestial golpe recibido, dejo volar su hacha hacia atrás en un tosco movimiento que casi le parte la cabeza a Pyro, que estaba parado más atrás. Los ogros entraron en furia y el combate se hizo mas complicado. El extraño humano también tenía poderes más allá de su simple apariencia, y un poderoso cono de frió salio de su mano. Siguió el quilombo y parecía que el combate se daba vuelta. El leopardo se mandó al estilo kamikaze y comió por todos lados (por suerte no murió).
El humano termino escapando en forma de nube y los ogros cayeron desangrados tras los golpes recibidos.
Ahora si, era la hora de dormir (después de todo, la ley de los encuentros aleatorios dice que hay un solo combate sorpresa cada vez que se intenta dormir o en un viaje), volvieron al mismo lugar, pero esta vez el enano se quedo haciendo guardia (¿será porque ya no confiaba en el elfo?).
Todo transcurría tranquilo, hasta que unos pasos se escucharon dentro de la habitación (el master se había cagado en la ley de los encuentros aleatorios… quizá para enseñarnos a no especular con boludeces salidas de un comic). Thartnor preparó su hacha pero no veía nada, ¿sus sentidos le estaban engañando?, ¿todavía seguía medio atontado por el poderoso golpe? No, lo comprobó segundos más tarde cuando el druida pegó semejante grito que despertó hasta a los muertos. Un inmenso ogro de piel azulada con unos trapos colgados como túnica y un espadón apareció de golpe, clavándole la espada al elfo dormilón (usualmente a los elfos les gusta que los claven, pero se ve que el ogro le dio muy fuerte… o su “arma” era muy grande).
Todos pegaron un salto y prepararon sus armas. No fue mucho más, rodearon al ogro, le dieron masa y lo liquidaron cuando el muy boludo quiso castear un hechizo (Fiesta de ataques de oportunidad :P).
Por fin la hora de sueño tranquilo había llegado (o el master hubiese comido más golpes que el ogro). Ya recuperados continuaron la búsqueda, revisaron las habitaciones que quedaban y entre otras cosas encontraron una vela.
Ahora todo encajaba. Lo único que faltaba era realizar las ofrendas en el orden correcto en la correcta habitación, la que tenía 3 altares en diferentes lugares.
Por medio de un fino y riesgoso proceso (conocido como “prueba y error”), comenzaron la ofrenda. Por supuesto que se equivocaron, y esto trajo graves consecuencias, el leopardo murió en una nube de vaya a saber uno qué (muchos suponen que fue una trampa de pedo de ogro, aunque el mago pudo identificar el hechizo “nube aniquiladora”). Los demás tosían y se revolcaban por el piso mientras la nube los carcomía por dentro (mientras gritaban "¡Comé fruta, ogro hijo de p...!"). Se arrastraron hasta fuera del radio y esperaron a que la nube se esparciera.
El druida no estaba contento con la situación, para nada, y juró sobre el cadáver de su mascota tener más cuidado la próxima vez (o algo por el estilo). Después de eso, dejaron el cadáver tirado ahí y la solución ya estaba ante sus ojos, se habían equivocado una vez, pero dos…era imposible (aunque con este perspicaz grupo nunca se sabe). Y así fue, esta vez presentaron la ofrenda correctamente y el piso y las paredes comenzaron a temblar.
Fueron a la habitación del “buda”. La pileta de agua podrida se encontraba vacía y en el centro una escalera bajaba. Continuaron por la escalera esperando encontrar lo peor, pero en vez de eso vieron un altar con un enorme tesoro encima, las gemas y joyas parecían fluir como el agua en una catarata. No les llevó mucho tiempo darse cuenta que era una simple ilusión.
En ese momento se percataron de un gran agujero en la parte superior de la pared del fondo, y no una, tampoco dos, sino TRES cabezas se asomaron por el mismo, una de cabra, otra de león y la peor de todas, la de un terrible dragón azul; estaban en presencia de la poderosa y hambrienta Quimera. El dragón eructó (emulando a nuestro master) un terrible rayo que golpeó al elfo, que viene recibiendo de lo lindo. Por suerte el termotanque marca Thartnor pudo esquivar asombrosamente el rayo (las cosas que hace un 20 en una salvación de reflejos…).
Y comenzó el quilombo, la debacle total, una serie de hechos bochornosos en las que se encontraba a Artemius, Pyro, Mabduk, Thartnor, la Quimera, el Master y los dados… (esos hijos de puta…) A todo esto la quimera fue masacrada por el grupo. Encontraron el verdadero tesoro y la tan buscada Daga… el mago detectó magia en ella… todos se preguntaron “¿a quién le sirve una daga?”. El mago se la guardó… el master preguntó inocentemente “Che, ¿a que habían venido ustedes acá?”. Nadie recordaba con certeza… Una conversación más que interesante tuvo lugar entre los jugadores…
-“a buscar una daga…”
-“¿Daga? ¿Que Daga?”
-“AHHH!!! Esta daga!!!”
-“Buenaa!! Tenemos la daga!!!”

Patético…